La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida. Permite a las neuronas regenerarse tanto anatómica como funcionalmente para formar nuevas conexiones sinápticas. La plasticidad neuronal representa la facultad del cerebro para recuperarse y reestructurarse.
Cuando el cerebro está ocupado en un nuevo aprendizaje o en una nueva experiencia, establece una serie de conexiones neuronales. Estas vías o circuitos neuronales son construidos como rutas para la inter-comunicación de las neuronas. Estas rutas se crean en el cerebro a través del aprendizaje y la práctica, de forma muy parecida a como se forma un camino de montaña que se recorre por deportistas. Las neuronas se comunican entre sí mediante conexiones llamadas sinapsis y estas vías de comunicación se pueden regenerar durante toda la vida. Cada vez que se adquieren nuevos conocimientos (a través de la práctica repetida), la comunicación o la transmisión sináptica entre las neuronas implicadas se ve reforzada.
Los nuevos conocimientos adquiridos están en el corazón de la plasticidad, siendo las alteraciones cerebrales probablemente la manifestación más tangible de que se ha producido el aprendizaje, que a su vez ha sido puesto a disposición del cerebro por el entorno. El nuevo aprendizaje se produce de muchas formas, por muchas razones y en cualquier momento, a lo largo de nuestra vida.
Cómo desarrollar la neuroplasticidad
El cerebro es el órgano más complejo y misterioso. No obstante, pese a que todavía quedan muchas cosas por conocer y entender, los avances científicos han demostrado la capacidad que tiene este órgano de desarrollarse y de ser entrenado. En este sentido, para mejorar la neuroplasticidad cerebral es recomendable poner en práctica las siguientes tres pautas:
Dormir: la falta de sueño provoca un declive en las funciones cognitivas, como aprender cosas nuevas o recordar información. De hecho, un estudio de la Universidad de California demostró que echar una siesta cada día entre 45 y 60 minutos mejora las conexiones de nuestras neuronas, es decir, aumenta la plasticidad cerebral. Por esta razón, el cerebro necesita un descanso de calidad para regenerarse.
Deporte: diversos estudios demuestran la relación entre el deporte, la capacidad intelectual y la salud mental. Y es que se ha demostrado que la práctica habitual de ejercicio físico genera nuevas neuronas, ayuda a prevenir enfermedades como la depresión o el alzhéimer y, en definitiva, aumenta la esperanza de vida.
Entrenar el cerebro: el cerebro es como un músculo y tiene la capacidad de entrenar y desarrollarse. Sin ir más lejos, realizar ejercicios de agilidad mental durante 15 minutos al día mejora la plasticidad cerebral.
Estas pequeñas prácticas son hábitos sencillos para cuidarnos física y mentalmente. Sin duda, estas ayudan a mantener la capacidad de aprendizaje y de adaptación y a adquirir de manera más fácil nuevas habilidades y competencias, necesarias para el desarrollo personal y profesional.
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